miércoles, 30 de diciembre de 2009

Limpieza Sísmica

Wilma es la señora que limpia en casa una vez por semana, más conocida como "la vieja". Esa mujer sí que es un aparato con todas las letras. Es imposible no colgarte hablando con ella, siguiéndola por toda la casa con el mate y la pava, mientras ella saca trapo de acá, escoba de allá, tira el adornito de la tía abuela a la mierda, escurre, te pasa un trapo por las ojotas porque sino se "marca el piso", corre muebles, refriega, se sube a la mesada para repasar las ventanas de la cocina. Es literalmente un teremoto. No deja nada en pie. No trabaja por necesidad económica, sino que por una cuestión de esparcimiento. Está jubilada y necesita hacer algo porque de otro modo se aburre. Es geminiana como yo y es la única que me entiende. Personalmente a mí me adora. Siempre le pregunta a mamá por mí. El día que llegué a este infierno, me llamó a la tarde para saludarme y desearme felicidades. Es una loca divina de la tercera edad.

Mi señor padre le tiene pavor. Siempre que encuentra algo roto, la culpa a ella. "Que es atolondrada, que tira todo, que es un peligro, que vamos a volar todos a la mierda porque dejó la hornalla prendida".

Mi señora madre un poco la critica y otro la defiende. En el fondo yo creo que la aprecia bastante. El tema de la limpieza es el único que mamá acepta no poder realizar sola. Para todo lo demás, con ella basta, y se desvive por ser la Mujer Maravilla.

Wilma: -Diste vuelta tu habitación, nena. Está más ordenadito. Te quedó muy lindo.

Yo: -Ay sí. Es que llegué y necesitaba tener mi lugar. A mamá le encanta llenar todo con boludeces que lo único que hacen es juntar mugre. Hasta el placard me ocuparon. Agarré todo y lo volé a la pieza de huéspedes. Ahora siento que tengo mi espacio, y estoy tranquila.

Wilma: -Claro te entiendo. Es que ahora estás más grande. Ya sos una mujercita.

Yo: -Así es. Si voy a estar acá dos meses, mínimo quiero un cuarto donde me encierre y no me rompan las pelotas, ni toquen mis cosas. Mamá se entiende en su quilombo, pero yo no. Ella goza llenando todo con adornitos insignificantes.

Wilma: -Sos mala, pero tenés razón. Cuando desocuparon la baulera para poner el negocio, aparecieron un montón de chiches que no sabía de dónde habían salido.

Yo: -Uh menos mal que no estuve. Te cuento. Cuando vivía acá, me agarraban estos ataques, pero a nivel global. Manoteaba todo lo que "sobraba" y lo mandaba en cajas a la baulera. Mamá ni sabía lo que tenía. Sólo percibía lo obvio.

Wilma: -Sí, es que es mejor. Sino te volves loca limpiando. Son terribles ustedes. Una sube, la otra baja. Las cosas van de acá para allá.

Yo: -Yo tengo una postura más minimalista. En mi departamento, no hay nada a la vista. Todo tiene su lugar. Yo entiendo que a veces es imposible mantener el orden. Pero digamos que no es imposible practicar el minimalismo, y a mí me resulta más funcional que dejar todo encima desparramado.

Wilma: -Sí, pero vos porque vivís sola. Igual tu mamá te ganó, está a la vanguardia. Ella está implantando el MAXIMINIMALISMO. Consiste en maximizar el número de objetos pequeños, cúanto más mínimos mejor.

2 comentarios:

  1. De estas “viejitas” terremoto hay un montón, están llenas de energía y se caracterizan por hablar un montón.

    Yo también tiendo a ser minimalista, todo despelotado pero al menos dentro de los cajones, afuera nada. Que se vea todo en orden.

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  2. Buenísima la del maximinimalismo. Me encantó. Hay muchos así, pero nadie les había puesto nombre. Grande Wilma.

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